¡Dejando atrás las obras muertas!
Pues por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha para purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que sirvamos al Dios viviente. Hebreos 9:14
Ser ama de casa, esposa, madre y
ahora, maestra de mis hijas no ha sido nada sencillo. Aunque disfruto
mucho ser creativa en la cocina y tener las cosas en orden, esto de buscar
maneras para que mi hija menor logre terminar todas las lecciones a tiempo no
ha sido nada fácil. Gracias a Dios, hemos logrado superar muchos obstáculos,
pero el que más nos costó fue “su bendita manera de hacer las cosas``.
Obviamente, esto no representaría ningún inconveniente si “su manera de hacer
las cosas” nos produjese un 10 en sus calificaciones. Pero
lamentablemente, no estaba sucediendo así.
Lo más lógico que uno podría
hacer cuando uno obtiene resultados negativos o no deseados es cambiar la
estrategia, ¿cierto? Por ejemplo: Si yo cocinó una carne que me ha
quedado muy salada, lo menos que alguien esperaría es que la próxima vez yo
eche la misma cantidad de sal o más sal. ¡Todo lo contrario! Se
supone que la próxima vez yo sea más reservada con la cantidad de sal al
condimentar la carne. De la misma manera, si sé que soy alérgica a los
camarones y la última vez que los comí terminé en el hospital, lo menos que
alguien esperaría es que lo primero que yo haga al salir del hospital sea comer
camarones. Lo más coherente ante resultados negativos, es que nosotros
cambiemos la estrategia. Sin embargo no siempre es así por una sencilla
razón: “Los resultados negativos o dañinos no serán suficientes para cambiar,
si lo que hacemos nos gusta demasiado.”
A mi hija por ejemplo, le gusta
acostarse tarde y levantarse tarde. A ella le gusta estudiar viendo
videos. Ella estaba teniendo malos resultados con esta “estrategia”, pero
no estaba dispuesta a dejar su estrategia a pesar de los resultados. Y
muchas veces eso sucede con nosotros. Hay obras, métodos, relaciones y
hábitos que sabemos que no nos dan buenos resultados, pero los continuamos
haciendo porque “nuestra manera nos gusta demasiado.” Es más
difícil hacer cambios cuando “nuestra manera” nos da cierto grado de
satisfacción.
Generalmente cuando hablamos de
“obras muertas'', pensamos en pecados, adicciones o actos delictivos. Aunque en
efecto, éstas son obras muertas, hay otras obras que no parecen malas pero que
también nos producen muerte en muchas áreas de nuestra vida. Por ejemplo:
servir en la congregación no es malo, pero sustituir mis tiempos a solas con
Dios por servir a otros, es una obra que tarde o temprano se producirá muerte
espiritual. Mi servicio de seguro me dará cierto grado de importancia entre los
hermanos y puede estar beneficiando a muchas personas, pero mi fe se irá
deteriorando si dejo de leer la Palabra y dejó de orar. Por otro lado, orar y
leer la biblia en casa no es nada malo, pero si no tengo una comunidad de fe en
la que pueda mantenerse a cuentas y con la que yo pueda crecer y ser edificada,
a la larga también se producirá muerte.
Hay personas que dicen que no
necesitan congregarse para buscar a Dios. ¡Y esto es muy cierto! Sin
embargo, a todos nos llegará el tiempo de escasez, de duda, de dolor y de luto.
Todos pasaremos por un valle de sombra donde no podremos ni orar y donde
nuestra fe será estremecida. Y es ahí, cuando escuchar las alabanzas de
nuestros hermanos, el testimonio de aquella viejita, la revelación que Dios le
dio a alguien de las Escrituras y la oración de otra persona, harán la diferencia.
Vivir un evangelio desconectados de nuestros hermanos en la fe, es una obra que
al final, producirá muerte.
Tener amigos y enamorarse no
tiene nada de malo. Pero una relación que me tienta constantemente a hacer lo
que desagrada a Dios también es una obra muerta de la cual Dios quiere hacerte
libre y frente a la cual, desea afirmar mi corazón.
Sería completamente absurdo que
teniendo una puerta abierta ante nosotros, insistamos en hacer un roto en
la pared con una cuchara para abrirnos paso. Sin embargo, muchos hoy día
continúan aferrados a sus tradiciones, a sus sacrificios y rituales para
“llegar a la santidad de Dios.” Dios nos ha abierto la puerta en Cristo
Jesús, para darnos acceso y descanso en Él. Por eso, Él desea limpiarnos de esta
conciencia de “obras muertas” en las que nosotros somos los protagonistas y
hacemos las cosas “a nuestra manera”. Hoy Él nos llama a confiar en
la eficacia de su sacrificio y vivir de la manera que Él nos ha modelado.
No por nuestras obras, no por nuestras maneras y no por nuestra inteligencia,
sino por Su Espíritu.
Dios les bendiga
Lorell Quiles
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